9 ago 2013

Cuando los sueños me traicionan.


Dormir se había convertido en un escape para la realidad adversa en la que estaba sumergido, donde soñar despierto dolía mucho más que no luchar por nada, y buscaba la tranquilidad de la obscuridad para poder relajarme, sin embargo, hasta cerrar los ojos para descansar costaba mucho trabajo.

Y una vez descansando, venía la peor parte, pues mis sueños eran de sentimientos más profundos, los que me guardo para no caer de día, esta lucha era peor que la de estar despierto, pues aquí no tenía control sobre mis sentimientos, mis miedos y mis frustraciones, dormido lo que menos  hacía era descansar.

Llegaban los fantasmas de lo que he sido, lo que he tenido y se ha ido, llegaban los miedos de lo que voy a tener y lo que va a ser, y mi mente tan traicionera, jugaba con lo que más me duele, con lo único en lo que no soy capaz de enfrentar cuando estoy despierto, un fantasma que se muestra todas las noches, siendo un reflejo de lo que siempre soñé, y queriendo quedarse a vivir en mis sueños, y es cuando pierdo mi fuerza de voluntad, caigo rendido una y otra vez a lo que más amé y a los que más odié.

Despertar se convierte en un alivio, sabiendo que todo fue un sueño, pero pronto llega la duda,¿: “Y si todo fuese como siempre quise que fuera” y en ese momento llega a mí la realidad, que es más dolorosa que la del mundo de los sueños, y es cuando no sé cómo escapar, pues he luchado mucho tiempo, y sigo sin poder ganar.